LA TRAICIÓN

La obscuridad, esa noble aliada desde arcanos tiempos parece sonreirme una vez mas desde hace de una década. Disfruto su compañia como nunca y me identifico con ella como lo hiciera Faetón y Safo en mitológicas eras. Se materializa como una bestial síncopa cargada de octavas y cambios bruscos de métrica; como viva materialización de un viejo expresionismo de nitrato de plata; como una acuarela que reclama mis sentidos puestos en goticos trazos; como una cerveza obscura; un poema maldito; una gran cogida; un churro de mota...

Le confesé mi gusto siendo fruto prohibido; vaho proveniente de deidad ajena. Extraño su mirada y su sonrisa. ¡Ésa que evoca maldad y dulzura! ¡Ternura y frialdad! salvación y perdición... ¿Acaso tendremos un destino común? ¿o estoy condenado a repetir la historia? Me divierto, juego, la disfruto. Provoco sentimientos encontrados, sudo nervios. Admito que me gusta alejándome cada vez mas de la luz. Nube etérea, maldad celestial. El infierno nos espera hija de LeFanu que, si se cumple tu sentencia, será para toda la vida.

Una Sibila me recomendó bañarme con la sangre de un buey para curar mis desleales pensamientos. Aquiles vengaria la muerte de Patroclo en pleno reconocimiento de fraternal designio. Sin embargo de lo que nunca me limpiaria es de una advertencia venida desde la oscuridad misma: no habrá cura para la traición a mi mismo. Es tan solo esa delgada linea la que me detiene. Si tan solo hubiera sido antes...

Desde pedestres lares invoco a Atenea por un chispazo de prudencia que la obscuridad ya es parte de mi!!!

Beto

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